Toda mi vida la he lanzado al aire,
azotado como a una vieja sábana,
y sólo me arrepiento de mi padre.
Toda mi vida en pie sobre la casa
de las cosas pequeñas y cobardes.
Y todo para qué, pues para nada,
para que el resto de mis horas pasen
besándole los pies a la esperanza
y sirvan para algo ya muy tarde.